INTRODUCCIÓN
La siembra y cosecha de agua de lluvia puede entenderse en sentido más amplio como un modelo hidrológico orientado hacia la búsqueda de una mayor seguridad hídrica para los ecosistemas y sistemas de uso de agua andinas y alto andinas, que nos permita adaptar los medios de vida de comunidades campesinas y nativas y pequeños productores rurales a condiciones de alta variabilidad climática, cambio climático y la escasez hídrica.
La “Siembra y cosecha de agua de lluvia” surge como práctica comunal en la localidad de Tuco en 1994, en respuesta a la creciente escasez de agua que generaba conflictos múltiples sobre todo durante el periodo de estiaje, lo cual condujo a una conversación más profunda sobre la cultura ancestral en el uso del agua y la situación actual, encontrando que dichas prácticas estaban siendo desvaloradas y pasando al olvido, esto permitió plantearse recuperar la cultura de crianza del agua de lluvia como solución al problema. Aunque la escasez de agua también es producto de desaparición de los nevados y las malas prácticas de proyectos de desarrollo, trayendo consigo la reducción de los humedales, baja recarga de acuíferos, reducción del caudal de los manantiales e incluso la desaparición.
La “Siembra y cosecha de agua de lluvia” inicia como qucha chapay (habilitación de lagunas temporales), qucha ruway (construcción de nuevas lagunas), puquio waqaychay (rehabilitación de puquios), con faenas comunales y el apoyo de terre des hommes Alemania y luego Welt hunger hilfe, ampliándose a partir del año 2000 a otras comunidades de 4 distritos. Al 2016 se contaba con 101 lagunas, de las cuales 77 se ubican en las cuencas Pampas y Cachi, almacenando aproximadamente 1’700,000 m3 de agua, a la vez funcionando como reguladores hídricos. Si bien la construcción de qochas en Quispillaccta ha sido una actividad muy importante, en realidad la crianza de agua abarca un abanico de prácticas infraestructurales, no infraestructurales y culturales que se implementan aún en el año 1991.
En esta experiencia, como planteamiento hidrológico, el potencial hídrico proviene de las cadenas de montañas producto de recarga de las lluvias, granizadas y nevadas temporales, porque los riachuelos discurren por quebradas profundas, por tanto, la principal fuente de agua para uso humano y agropecuario constituyen los manantiales. Por lo tanto, en el esquema hidráulico, las lagunas artificiales al retener aguas de escorrentía reemplazan la función ecosistémica de los nevados desaparecidos hace 32 años, recarga los acuíferos para descargar aguas abajo a través de los manantiales; por ello, las lagunas artificiales han sido ubicadas en zonas de acuíferos extensos de productividad elevada y acuíferos locales en zonas fracturadas o meteorizadas.
Estas prácticas ayudaron mejorar la disponibilidad de agua para uso poblacional y agraria, reduciendo la vulnerabilidad de los pobladores frente a la inseguridad hídrica debido a la variabilidad climática y el cambio climático, con impactos tangibles en el aspecto ambiental, hidrológico, social y económico; contribuyendo a la generación de políticas públicas, como el “Programa Nacional de Siembra y Cosecha de Agua” impulsada por el Ministerio de Riego y Agricultura del Perú. Conocer la hidrología de zonas de siembra y cosecha de agua de lluvia tiene un especial interés para la investigación, por tratarse de un “modelo hidrológico campesino” de reciente desarrollo, innovador y sostenible para el contexto actual.
Laguna criada con la técnica ancestral de siembra y cosecha de agua de lluvia.
Crianza del agua: siembra y cosecha de agua de lluvia.
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